Si ves a Rajoy salúdale de mi parte.
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Esbozos
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- ¿Habéis dormido o vais a dormir ahora? - balbuceaba su boca enmarcada por una espesa barba cana, algo sucia pero a la vez preciosa-. Yo llevo desde las cuatro despierto. La noche... me gusta. Ahora está todo... - no acabó la frase pero yo no tardé en hacerlo en mi fuero interno-: ... muerto.
- Nos vamos.
Quizá fuera cierto que nos quisiéramos marchar de aquel extraño acoso callejero, pero poco hacíamos por combatirlo.
No tardé en captar en él un alma antigua encerrada en un cuerpo maltrecho por mil noches de vino barato y mil días entre cartones, monóxido de carbono y miradas indiscretas. Sus dos pequeños ojos eran azules, de mirada inteligente y magnética. "Sin duda un taumaturgo de asfalto"- pensé mientras le estrechaba la mano una vez más.
- Durante el día no hay dinero - dijo con convencimiento-. Durante la noche lo hay; copas, dinero y vida. No existe la crisis.
- Nos tenemos que ir.
Pero algo tenía aquel tipo que me atrapaba y conseguía una sonrisa perpetua en mi rostro. Me declaro adicta a las buenas historias y él tenía tanto que contar que era casi imposible dejarle atrás con la palabra en la boca. Quizá sólo quisiera pasar unos minutos más empapándome de la esencia del pintor apresurado; de los madrugadores que se cruzaban taciturnos con trasnochadas de medias rotas y sonrisas forzadas, en la boca del metro; de ese momento que jamás volvería: el pintor que pactó con el Tiempo, el taumaturgo de asfalto y yo.
- ¡Vamos! - me dijo él, tirando de mi mano hacia en interior del suburbano.
- Si ves a Rajoy salúdale de mi parte - se despidió el taumaturgo aún con el calor breve y difuso del abrazo de una completa desconocida.

Momentos después cogí mi tren, y la vida continuó con un recuerdo subiendo unas escaleras mecánicas hacia el corazón adormilado de la ciudad.



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Puedo incluso percibir olores! Eres un imán!!! Me encanta la forma de narrar tus historias nocturnas! No me extraña que se acerquen a ti! jajaja
Bueno, en realidad ya había amanecido. Jajaja! Si tuvieramos que narrar todas estas "hazañas" escribiriamos una saga.
Queda pendiente la del tipo que colaboraba con los maderos y el aquel que llegó a su casa y se encontró el pastel. ;)
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