El brujo artificiero

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Toc, toc, toc...

    El brujo recorre el minúsculo habitáculo, arrastrando tras de sí, una larga túnica confeccionada de sueños y bordada con excelente hilo silvano.

    Toc, toc, toc...

    Las paredes de su sótano crean el eco de una nueva visita, anuncia una nueva bienvenida. Bordea sus artificios mágicos -artificios que logran capturar el tiempo, la belleza, la vida- y se asoma a la mirilla de la pequeña puerta que le separa del resto del Mundo Conocido: nadie le aguarda al otro lado.

    Toc, toc, toc...

    ¿Qué o quién llama, que al otro lado de la puerta no espera? - se pregunta encogiendo los hombros. Y es que, como el corazón delator, repiquetea en su mente una nueva y brillante idea, impidiendo que continúe con su ardua tarea de reparar el aparato en el que estaba trabajando: un medidor de sombras vivas.

    Entre el vapor de luz y el millar de reflejos que proyectan todas y cada una de las lentes que conforman sus artificios, como un arco iris nebuloso de colores imposibles, se sienta en su butacón de pensar mientras prende el hornillo de su pipa y cierra los ojos. Acalla la voz de sus recuerdos -excesivamente molesta- y halla el primer cerrojo: lo abre. Aparecen en su mente todas su creaciones pasadas y se deleita unos instantes con ellas. Haciendo un loable esfuerzo por no enredarse en su resplandor, encuentra el segundo cerrojo: sus creaciones presentes. Allí flotan imágenes que son e imágenes que pueden ser. Saborea el amargor de los fallos y acaricia los aciertos, pero no es lo que anda buscando, abre el tercer cerrojo: las creaciones por venir. Un enjambre de ideas aguijonean su psique; ideas jóvenes e impetuosas; unas crecen y otras agonizan hartas de esperar a ser ejecutadas. Y entre toda esa nube brillante, resplandece una nueva.

    Toc, toc,toc... Llama a las puertas de su mente.


    El brujo- artificiero, trabaja sin descanso en su destartalado sótano. Manipula las leyes de la magia y la alquimia para crear las más bellas obras. Construye artificios que roban la esencia de lo que le rodea, consiguiendo así frenar el paso implacable del tiempo y con ello la llegada de la fatal Muerte.

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