Sobre tus chismes y otras menudencias.

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Muriéndome de risa, comprobé que me resbalaban aquellas críticas cómo gotas de agua sobre la piel de un anfibio. Me pregunté por un segundo el motivo; por qué me convertí en diana de plató de prensa rosa. Acto seguido me encogí de hombros, estornudé, me limpié los mocos con un clinex y volví a reir con ganas.
- Soy feliz -pensé en voz alta-. Quizá sea eso.

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