Una tarde como otra cualquiera. Sola, como de costumbre, casi por decisión propia, elijo los colores de las paredes y el estampado de las cortinas, desatendido las goteras de siempre. Las viejas humedades que reaparecen como las macabras caras de Velmez en mi -cada vez más escasa - materia gris fluorescente. Este es el título de una entrada vacía, pues, no hay nada más que decir.
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Exhumando los huesos del pasado,
Paranoias
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2 comments



2 comments
Magistral, en pocas líneas exuda tu pluma un gran talento narrativo. Escribes de maravilla, y eso trasciende al texto en unas mínimas líneas garabateadas. Es un placer leer a gente que sabe volar a través del papel con la maquinaria infatigable de la imaginación. Muy bien descrita toda la escena, que daría para mucho mucho más. Un saludo
Gracias Víctor, lo que es un verdadero placer es leer tus comentarios.
No daría para mucho más, es lo que hay sin más, desgraciadamente. Respecto a la imaginación, es el motor de la máquina, el corazón de la bestia, la savia de la vida, si nos la arrebataran... Cómo seguir adelante?
¡Un abrazo!
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