Quizá el 2014

No comment yet
Un año más, pero no un año cualquiera. Un año que comenzó haciendo gala de positivismo; un año que acaba sumido en una realidad abrumadora.

Un año de aprendizaje, sin duda: "La letra con sangre entra"-piensa este cuerpo exangüe. Lección tras lección como un racimo de puñaladas recosiéndome los costados. Quizá necesite una transfusión de ingenuidad.

Este año no habrá listas de buenos propósitos para el que venga, se quedaron todos en éste: enquistados en el calendario, en localizaciones que pretendo olvidar y en personajes que permanecerán cual sombras en las páginas de mi historia, la mayoría ni eso.

Este año me hablaron sobre máscaras auténticos maestros del disfrad, me hablaron sobre islotes perdidos en la inmensidad de un océano oscuro; me reservaron plaza en corazones patera agasajándome con lo imposible: No quiero achicar agua de embarcación alguna, no pretendo alcanzar la tierra prometida ni plantarme una careta que no es de mi talla; prefiero cruzar este desierto a nado con la cara limpia, la cabeza rapada de ideas absurdas y el corazón alicatado con losas de marmol.

Quizá el 2014 traiga consigo nuevos vientos que soplen estas velas parcheadas, quizá viejos huracanes me regalen tormentas de arena y sal que se adhiera a aquellas heridas que aún no han cicatrizado. En cualquier caso seguiré caminando sin echar la vista atrás, no habrá más carga que la de estas losas de marmol. No aguardo primaveras que derritan los hielos del invierno, me quedaré donde estoy envidiando al oso, capaz de invernar tres meses y medio del tirón y despertar al chapoteo del campanu.

Quizá el 2014...

*** Transfusión completada***

HOY

2 comments


Hoy me hablan de viernes que jamás llegarán, de velas negras de fuegos fatuos, de espacios diáfanos amueblados con silencios; me hablan de piruletas de fresa ácida, del tiempo por venir que se empeña en hacerme esperar.

Hoy recuerdo corazones que viajan a la deriva preguntándome si esta cala era lo que esperaban o algo de lo que huir; acordes huérfanos de letra; recuerdo garajes preñados de sueños rotos, serenatas nocturnas que no volverán.

Trato de leer entre líneas en cada mensaje que me envía mi propia vida... trato de entender cada guiño del destino, ser consciente de todo bache y llano en el camino; aprender de todo bicho que camine conmigo.

Hoy abro los párpados con las primeras insinuaciones del alba y, respiro. Hoy recibo a mis musas pendencieras y las preparo el desayuno antes de que se marchen otra vez, pues, ¿quién soy yo para intentar retenerlas a mi lado?

Hoy soy como el Gallo que amaneció afónico en su corral, hoy me despido de mis gallinas y salgo en la busqueda del buho que despierta al sol en su bosque encantado. No dudaré en jugarme el pellejo midiendome con el león republicano, la cordura con el lobo vegetariano y la suerte con cualquier otro bicho raro.

Hoy retomo el dogma canino; me tumbo al sol sin preguntarme si los vengativos dioses nos conderarán... hoy lamo las heridas de mis camaradas mutilados, me río en clave de sol de la luna y rastreo nuevos horizontes, nuevos territorios por explorar.

Hoy cierro los ojos y aparecen horreos fugaces, tapices verdes y mares revueltos:
" Y mi vida fluirá hacia donde me lleven mis pasos; caminaré descalza por un prado cuajado de margaritas sonrientes bajo un techo gris, esponjoso, siempre y cuando tu mar sea mi guía y tus montañas me custodien. Encerraré mi alma en tu hórreo para que no arda en la tea en la que habito hasta llegar a ser ese oso que importuna a los domingueros; y encontrar mi cueva al fin, e invernar y despertar este anhelante corazón -panal infestado de abejas rabiosas, rebosante de miel-."

 Hoy cierro los parpados con fuerza y huelo florecitas de la risa, paredes que me ponían a prueba y unos ojos del color de la coca-cola que me animaban a continuar:
 "Sentada en un acantilado, mirando hacia un horizonte que se ha tornado oscuro; sentada en un acantilado, aguardo a que amaine la tormenta. Sentada contemplo; sentada tranquila. Regresará la energía ígnea del astro rey a fundir todo obstáculo, estoy segura; tanto como de la existencia de las noches de sol."

Hoy recuerdo, sólo recuerdo:
 "Cejillas, trastes, cuerdas... Duelo de cuerpos orgánicos, que en otra vida fueron vida, fotosíntesis, raíces. Duelo de cuerpos sinuosos bajo la luz de una luna que no regresará en décadas. Notas... Acordes y desacordes que resonaran por los siglos de los siglos en los recuerdos de la roca viva que da ser a una mole a nuestras espaldas. Grillos, ranas y murciélagos entonan su canción nocturna en la más bonita de las serenetas. Parecen querer participar en tan bello concierto bañado por la magia de la luna más amplia que he visto en mi vida."

Hoy no presto atención al pegajoso Dios de la Duda, invoco el instinto de mis propios demonios -sabios y antiguos- padres de las musas más poderosas; y abro el regalo de humo que trae consigo la inspiración: señales, guiños e imagenes haciagas de vidas pasadas.

Hoy me pregunto dónde me llevarán mis pasos tímidos pero implacables, mientras los ecos del futuro me chivan los datos más relevantes. Hoy hay respuestas sin necesidad de pregunta alguna. Hoy se cierran puertas y ventanas de esta morada sin muros.


En busca de la Primavera Longeva.

No comment yet
Los pajaritos cantan, las nubes se levantan... reverbera el discordante canto de un gallo...

En Mitad de la Nada siempre brillaba el sol, muchos eran los que aseguraban que allí se prolongaba una primavera infinita. Una primavera longeva, férrea y contundente que no consentía que la mácula del tiempo hiciera mella en su belleza.
En Mitad de la Nada, se alzaba hacia el cielo una casa azul; muchos eran los que la llamaban la Casa de los Ecos. Qué bella era su fachada bordada en jazmín, imponentes sus tejados plomizos de negra pizarra, infranqueables muros de piedra  ... pero cuánto silencio albergaban sus frías estancias, sólo susurraban al amanecer los ecos de tiempos pasados.

En una de aquellas habitaciones de altos techos se maldecía una bestia antigua y retaba a su propia sombra, confundiéndola con aquellas criaturas extrañas que ella misma creo tiempo atrás. Cuando los viejos muebles astillados parecían pedir clemencia a un ser superior por la propia estabilidad de los muros, la bestia resollaba con las garras apoyadas en las rodillas:
- ¿Qué pasó con la señora de la noche y su arco monocromo?  -rugía sin comprender nada- ¿qué te ocurre, Primavera?
La bestia se volvió hacia la única pared que permanecía intacta, tenía un único elemento como ornamento: un calendario; perdía sus hojas como un viejo roble cansado del asedio del verano. Tapizaban esas hojas el suelo, repletas de días que jamás volverían.
- ¿Qué hay de ti, Primavera? - musitó sin aire en los pulmones mientras veía caer la última de ellas.
Y al posarse sobre las demás, en la alfombra de papel y recuerdos,descendió leve un copo de nieve hasta descansar sobre el alfeizar de la ventana. A aquel copo le siguió otro, y otro, otro más. La bestia contemplaba con sus propios ojos a su primavera agonizante bajo el yugo de un manto de nieve.
- Se despide con fuerza la más longeva de todas...
Dicho aquello, se hizo un ovillo sobre el cadáver del calendario, sobre la evidencia del implacable Tiempo, y durmió lo que le parecieron siglos enteros.



Pajaritos cantan, las nubes se levantan... despertó el día y no se oyó el canto de un gallo.

Despertó la bestia aterida de frío, segundos después se asomó a la ventana atraída por un sonido que jamás había escuchado. Sobre la explanada blanca y esponjosa que rodeaba su casa azul, allá donde antes estaba el muro de piedra -dominios del imponente gallo- parloteaba un minúsculo ser de cuerpo rechoncho forrado con lo que parecía un frac.
- Mi prima Vera agoniza a golpe de martillo pilón, alrededor de su lecho se acumula la escarcha, tanta hay ya que son los pingüinos los que despiertan al sol - cantaba aquel extraño bicho una y otra vez como el que entona un réquiem.
La bestia no pudo disimular la sacudida de un escalofrío y se apartó de la ventana con un nudo en el estómago:
- Todo está del revés... las blancas nubes descansan en la tierra y en el cielo no hay soles que traigan de nuevo a mí aquella vida arrebatada... que me despojen de este frío que recorre mis entrañas... Estoy hambriento...
- Lánzale una daga... tienes otras tres por si fallas.
- ¿Cómo?
- Qué te cargues a ese bicho y te lo comas...
La bestia buscó a su sombra y la halló apoyada en el esqueleto del calendario.
- Ese ser no tiene la culpa de mi desdicha, ha venido con la nube. La única culpable es la prometedora Primavera...
Pese a que la bestia no había movido un solo músculo, la sombra se despegó de la pared y reptó por el suelo:
- Estaría cansada de contemplar estos parajes y escuchar tus alaridos, bestia. Se habrá ido a otros lares - dijo aquella silueta zaina con indolencia.
La bestia miró de nuevo por la ventana con la esperanza de ver algún atisbo, algún mensaje de su ansiada primavera, pero ni un solo pétalo manchaba la inmaculada blancura que rodeaba la casa.
- Desagradecida... Yo sólo existo si es en ella...  El frío y el hambre me matarán.
La sombra apareció a su lado y se encogió de hombros. Aunque no tenía rostro que delatara su mirada, parecía contemplar aquello que aterraba a la bestia:
- ¿Y ella lo sabe?
- Nunca se lo dije - respondió la bestia con la voz apagada-. Lo daba por hecho.
- Damos demasiadas cosas por hecho...
Ambos seres guardaron silencio mientras contemplaban aquel extraño pero bello paisaje: las criaturas rechonchas del frac parecían multiplicarse bajo sus miradas, algún que otro oso desteñido recorría el horizonte helado y bultos blancos sobrevolaban el territorios emitiendo gritos metálicos.
- Este no es lugar para mí, sombra. Ya no cantan los pájaros ni zumban las abejas de flor en flor.
- Se marcharon con la Primavera. Ella se los llevó a otro lugar mejor - respondió la sombra mientras regresaba a la pared.
La bestia golpeó el trasto que tenía más cerca y lo hizo estallar en mil pedazos:
- ¿Y por qué no me llevó a mí con ella? - rugió.
- ¿Quién te querría a ti como compañero de viaje, amigo? - preguntó jocosa la sombra-. Mientras ella daba la vida a tu alrededor, mientras llenaba todo de dulces trinos, de fragantes perfumes... tú peleabas con tu propios demonios bajo el amparo de estos cuatro muros inertes.
- Pero...
- Ella se despedía y tú mientras destruías todo aquello que construisteis con esfuerzo.
Un estallido de astillas fue toda respuesta a aquellas amargas y certeras palabras.
- ¡La culpa de todo la tiene ese jodido calendario! - pudo vocalizar al fin la bestia.
Un estallido de carcajadas invadió toda la casa. Cabe decir que la risa de una sombra viva es quizá uno de los sonidos más difíciles de oír en este mundo. Es fácil reírse de tu propia sombra pero que ella se ría de ti... Era un sonido eléctrico, como el maullido de una golondrina sumergida en éter.
La bestia le lanzó una mirada incisiva conteniendo sus instintos de perseguirla por todas y cada una de las paredes de aquella casa:
- ¿De qué te ríes?
- De ti, por supuesto. Tu estupidez no parece tener límites, bestia - antes de que la bestia pudiera rebatirle prosiguió-. Ese calendario era la forma de decirte que se marchaba; era su nota de despedida.
- ¡Tú no sabes nada!
Otro maullido estridente y acuoso:
- Yo lo sé todo. Soy parte de ti, y con eso de ella. Ese calendario se mantuvo intacto durante siglos, necio. ¿No te preguntaste por qué diablos comenzó a perder sus hojas?
La bestia enmudeció. Apretando los puños se volvió hacia el suelo enmoquetado de hojas grabadas con números y tragó saliva comprendiéndolo todo:
- Era una cuenta atrás...
Se arrojó al suelo recogiendo todas aquellas hojas, todos aquellos días, todos aquellos recuerdos que, para combatir aquel frío que atenazaba su cuerpo, había pensado en quemar.
La sombra se agachó junto a la bestia:
- ¿Se puede saber qué haces ahora?
- Recomponer el calendario. Tal vez así ella regrese.
- ¡Buen intento, socio! Pero eso sería tarea imposible; tanto como intentar remendar el pasado.
La bestia cerró los párpados siendo consciente de su ingenuidad:
- ¿Y qué propones?
Pese a que la sombra no tenía rasgo alguno ni nada que se le asemejara, cualquier observador algo avezado hubiera intuido una amplia e inteligente sonrisa:
- Sal en su busca.



(Continuará) 

Esbozos: Amanece blanca

3 comments
   Amanece blanca y radiante como una condenada en el altar, como una novia en el patíbulo, desafiando al tipo del alzacuellos y la mirada torva que se debate entre comulgarla y darla la extremaunción.

   Amanece blanca y bella, como una señora de la guerra, colosal, gélida e inmaculada. Se viste de un manto polar, muestra su yelmo nival. Llegan de sus labios pétreos un soplo que promete los peores sabañones a quien pretenda recorrerla. Sus suspiros llegan hasta nosotros convertidos en confetti suave y helado, tratando de ocultar el asfalto con su dogma y borrar la huella del hombre sobre sus faldas.

   Amanece blanca y desarmante la Sierra de Guadarrama. Se alza soberbia e impetuosa sobre los tejados de Manzanares el Real, recordando a su castillo que no hay más fortaleza que su cuerpo de roca inmemorial.