“Alejada del mundanal ruido,
araño mi fibra animal, y noto
como el espeso velo que enturbiaba mi mirada
desaparece a cada parpadeo, un poco más.”
Aquel párrafo tomó vida en una libreta olvidada una mañana cálida de principios de agosto. Supongo que le raso azul por todo techo sobre mi cabeza y aquel radiante sol – que hoy no parece otra cosa que un satírico espejismo – consiguió que el buenrollismo anidara – eléctrico e impetuoso – en algún rincón de mis entrañas.
Cierro los ojos y soy capaz de recuperar aquella mañana. Su cromatismo, su olor, su sonido, su esencia. Abro los ojos. Mi sonrisa se tuerce. Aquella mañana se marchó sin despedirse; tan solo dejó una nota en su huida, un párrafo en una libreta:
“Alejada del mundanal ruido,
araño mi fibra animal, y noto
como el espeso velo que enturbiaba mi mirada
desaparece a cada parpadeo, un poco más.”
Aquella mañana se marchó y ahora la tinta se escurre por el calendario. Tacho cada nuevo día, en cada amanecer, como si con ello lograra que pasaran más rápido, como si el transcurso del tiempo me fuera a entregar las respuestas que necesito.
Alejada del mundanal ruido jugué a soñar con hallar mi lugar en el mundo. Jugué a profanar el antiguo hospicio de aves malheridas – en su orgullo y dignidad-, nicho de techos bajos y ladrillo visto. Jugué a erigir un templo a un dios con cabeza de elefante; jugué a ser profeta de causas perdidas, de ideales obsoletos.
Ahora, mientras el viento se arremolina entre mi pelo y la lluvia consigue que reaparezcan las humedades que marchitan este viejo palpitar, no encuentro el consuelo entre los cuatro brazos de aquel que me protege sobre su altar, aquel que me contempla incrustado en la pared.
Entonces grito muera poesía, arda el verso. Desangro sonetos y ladro en tono del sol a la vida.
Se acerca el invierno. Me aguarda el desierto más oscuro y extraño. Me espera el daño, quizá el engaño. Me agarro a la luz de un faro mientras intuyo el naufragio.
“Alejada del mundanal ruido, demasiado;
araño mi fibra animal, que agoniza.
noto como el espeso velo espesa
a pesar del parpadeo; se burla de mí, ironiza. “